El Grupo de Caballeros de San Jorge de Alfama fue fundado en 1975, después de las fiestas de Mayo de aquel año, por un grupo de jóvenes entusiastas (¡y qué otra cosa pueden ser los jóvenes!) que no acababan de encontrar su sitio como festeros en los grupos entonces existentes. Se cumplen pues, este año, los 25 desde su primera participación en las fiestas.
Tuvo su primera salida a la calle, su bautismo de fuego festero, al año siguiente y hay que decir que con especial fortuna. En efecto, las ideas que bullían en las cabezas juveniles de los fundadores y que les llevaron a crear un grupo nuevo, tuvieron feliz acogida en la opinión y en los corazones de los caravaqueños, que pronto identificaron como suyo el vistoso traje con reminiscencias de las Cruzadas, y que desde el primer momento se adueñaron del estribillo del pegadizo himno, marcha cristiana fruto combinado de las inspiraciones literaria de Pepe Azorín y musical de José Antonio Martínez Meca. Ambos signos de identidad perviven con fuerza en el grupo y han impuesto su ley cuando se ha querido dar otro rumbo a aquél, hasta tal punto que hubo ostensibles muestras de desagrado en la gente cuando en dos ocasiones se intentó cambiar de traje, allá por los primeros y por los últimos ochenta. En cuanto al himno, ¡qué decir de una composición que son capaces de cantar todos los caravaqueños, festeros o no, siquiera sea tarareándola!
El nombre del grupo fue decidido, como sucede en casi todos los grupos y cábilas caravaqueñas, tras consultar libros de historia y rastrear la posible presencia en nuestra ciudad de alguna orden militar, expedición de caballeros colonizadores o tribus invasoras, que de todo hubo en esta tierra nuestra, fronteriza y deseada. Así pues, se encontró una pequeña orden de origen catalano-aragonés, contemporánea de la Orden de Calatrava (como manifiesta el parecido de ambas cruces-insignias), aunque bien es cierto que, hoy en día, su nombre suena a fado, vinho verde y brisa atlántica; no en balde existe en Lisboa, presidiendo la ciudad, el Castillo de Alfama, en el barrio del mismo nombre, el más típico de la capital portuguesa.
Tras este feliz inicio, San Jorge comienza su andadura festera, siempre en ascenso, hasta que, por disensiones internas (no olvidemos que, según reza el dicho, el infierno está empedrado de buenas intenciones) en el año 1986, quizás para conmemorar tristemente la efeméride de su décimo aniversario, no sale a la calle. En ese mismo año se impulsa, por miembros depositarios del espíritu de Alfama, la que podríamos llamar "refundación" del grupo. Un partir de cero como en los primeros tiempos, a base de ilusión y coraje, que hace que al año siguiente San Jorge esté otra vez en la calle. Tras unos difíciles años, a partir de 1990 el núcleo del grupo queda configurado con un hecho significativo: la incorporación al mismo de caballeros cordobeses y madrileños, que vinieron invitados por amigos caravaqueños y que ya no han podido dejarlos enganchados por San Jorge, Caravaca y sus fiestas.
Actualmente, de los 40 componentes, casi la mitad residen fuera. Incluso se cuenta en las filas con un inglés, que vino el año pasado buscando algo distinto, y no pudo decir, como Julio César: "Veni, vidi, vinci", sino "Veni, vidi, vincitur", esto es, fui vencido por el espíritu de San Jorge.
Con estos avatares y tan dilatada trayectoria, no es raro que la edad media del grupo esté subiendo, circunstancia que, previsoramente, se intenta soslayar con la entrada de miembros más jóvenes y con la creación, en el año 2000, del grupo de Infantes de San Jorge, muchos de los cuales son hijos de componentes y, por tanto, han estado desde pequeños integrados en el Grupo. La antedicha circunstancia no es óbice para que los Caballeros de San Jorge sigan conservando el espíritu juvenil de su fundación y así sigan siendo vistos por la gente, que sigue emocionándose a su paso y cantando su himno.